Como es fin de semana y algunos gozan de unas horas libres para consultar el blog, os coloco un interesante texto elaborado por Sara, la añorada Cleopatra y ahora, comáster del Arde Egeo, sección cultura ;)). En este post hablamos sobre la educación griega y sobre todo de la que más información se tiene, la Ateniense, que podéis tomar como modelo genérico, a pesar de que no está claro que fuera igual en todo el mundo Heleno, pero las diferencias con el resto de polis no serían demasiadas. En siguientes posts remataremos el tema de la educación con los espartanos, por sus grandes diferencias con el modelo ateniense y con un apartado dedicado a la educación femenina.
Esperamos que os sea de utilidad y os vaya sumergiendo en la forma de pensar de esta época.
Hemos dejado algunos links para que abundéis en los temas pertinentes.
Disfrutadlo.
P.
EDUCACIÓN
El proceso del aprendizaje en Grecia y el mundo romano posterior, se basaba en pilares diferentes a los actuales y no sólo se aprendían cosas “útiles” como matemáticas o lengua, sino también artes y asignaturas que hoy día no veríamos precisas en la enseñanza estándar, como los cantos o la astrología. La enseñanza militar y la oratoria o la filosofía, también solían formar parte de las materias impartidas.
Las siete artes liberales que se enseñaban en la antigüedad comprendían dos grupos de estudios: el trivium y el quadrivium, que eran:
- la gramática, lingua "la lengua";
- la dialéctica, ratio "la razón";
- la retórica, tropus "las figuras";
- la aritmética, numerus "los números";
- la geometría, angulus "los ángulos";
- la astronomía, astra "los astros";
- la música, tonus "los cantos".
Este sistema se retomó más adelante en el Medievo con la Escolástica, aplicándole algunas modificaciones. Os recomiendo que pinchéis en los links que hemos dejado, para echar un ojo a estos conceptos. En la imagen de la derecha, jóvenes luchando con estilo Pancracio.
La educación fue tan importante en Grecia, que los romanos que querían tener una adecuada carrera pública o cursus honorum, solían hacer un viaje de estudios a alguna de las principales ciudades griegas (y helenísticas, como Alejandría), para aprender con alguno de sus famosos mentores, sobre todo oratoria, retórica y filosofía.
La educación y la vida diaria en Atenas u otras polis griegas era muy diferente a la de Esparta, por ello trataremos primero la educación en Atenas como modelo de la educación griega, y luego veremos las diferencias con Esparta. Cabe destacar también la notable diferencia entre la educación que recibían los hombres y las mujeres.
ATENAS - paideia
La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. Platón
La máxima preocupación de los atenienses consistía en el enriquecimiento personal. Su ideal de perfeccionamiento humano es llamado kalokagathía (bello y bueno), y es una muestra de la preocupación del ateniense por alcanzar el equilibrio entre los diversos aspectos de la personalidad, para lograr una educación integral: hermosura física, dignidad moral y el perfeccionamiento cultural, que exige una búsqueda de la sabiduría.
Hombres:
El objetivo de la educación era producir ciudadanos entrenados en las artes y preparados para tiempos de paz y de guerra. Siguiendo el pensamiento platónico, se consideraba la educación como un asunto de Estado, aunque no era pública como ahora (a excepción de Esparta). De hecho, se ve la importancia social de la educación en la etimología de palabras como “maestro” (de magister, el más importante) y en cambio, los políticos llamados ahora “ministros”, eran los menos relevantes. Algo muy diferente a la consideración social actual.
Hasta que el niño empezaba a ir a la escuela, eran la madre y la nodriza quienes se ocupaban de él y le proporcionaban las primeras enseñanzas en el gineceo, que consistían en historias tradicionales, mitología y leyendas nacionales. Es normal encontrar en yacimientos ostracas (fragmentos de cerámica) con copias de los pequeños alumnos, que ensayaban la escritura en dicho soporte. Las copias solían ser fragmentos de obras orales clásicas como los relatos Homéricos (Odisea, Iliada), fragmentos religiosos de autores como Hesíodo, fábulas de Esopo, textos políticos como los de Solón y más adelante, se popularizaron los textos filosóficos.
Los juegos forman parte de su educación, organizando grandes batallas con generales y soldados de arcilla, y jugando partidos de pelota o en los columpios. Durante algunas fiestas era típico regalarles juguetes a niños y niñas: Pelotas, carritos, sonajeros, animales de madera con ruedas, yoyos, cacharritos de cocina y muñecas, que a veces eran articuladas. Acostumbraban también a fabricarse los suyos con barro, cáscaras de frutos, palos y trozos inservibles de materiales del hogar. Se han hallado incluso peonzas datadas en el siglo IV a. C., también mencionadas por Platón en “La República”.
Características del sistema educativo ateniense:
- No obligatorio: el padre de la familia podía decidir educar él mismo a sus hijos o mandarlos a estudiar con alguien hasta los 18, edad en la que debía iniciar el servicio militar.
- Organizado por la familia: los gastos en la educación corrían por cuenta de la familia, sin embargo los costes eran bastante asequibles, y familias pobres podían enviar a alguno de sus hijos a la escuela (normalmente hasta los 12-14 años). Las escuelas no eran más que locales austeros alquilados por algún maestro, en donde se reunían varios niños de clase media, para compartir los gastos de la educación. Para el profesor, era algo casi vocacional, pues el sueldo era bastante bajo. El maestro ocupaba la silla denominada trono.
Los hijos de familias adineradas podían permitirse el continuar su educación bajo la tutela de un filósofo o profesor particular, que se dedicaba a ellos en exclusiva. La única excepción eran los hijos de los ciudadanos muertos en defensa de la patria, cuyos gastos educativos eran sufragados por el Estado.
- Educación “personalizada”: Alrededor del s. V a. C., se produjo en Atenas un fenómeno de aparición de maestros profesionales, en detrimento de los preceptores privados, que permitió el acceso a más niños a la educación fuera del oikós. Aún así, debemos tener en cuenta que en el 481 a. C. no había aún muchas escuelas permanentes ni cursos formales para la educación secundaria. Hasta los doce años, los niños aprendían con tres figuras (aunque no siempre podían estudiar con los 3 por problemas económicos): el gramático (a leer y escribir), el citarista (música, entendida como todo lo relacionado con las musas) y el pedotriba o gimnasiarca (gimnasia). A partir de los 12-13 años, prevalecía la cultura y el entrenamiento físico sobre las enseñanzas de carácter intelectual, excepto para aquellos que la buscaban específicamente tras la adolescencia, por ejemplo los físicos (médicos). Los grupos de estudiantes seguían a un filósofo u otro mentor, que ejercían como profesores. Con el desarrollo de la democracia, todos aquellos que querían dedicarse a la política necesitaban ejercitar el arte de la persuasión y la oratoria. Los sofistas asumieron entonces el papel de educadores. Estos primeros profesores de enseñanza superior eran conferenciantes itinerantes. Las exhibiciones que hacían de su saber y de su talento de oradores les atraían a alumnos que se vinculaban a ellos y los seguían de ciudad en ciudad. Enseñaban todo lo que entonces se podía saber y que no se enseñaba en la escuela elemental: geometría, física, astronomía, medicina, artes y técnicas, y, sobre todo, retórica y filosofía. Estos grupos de estudiantes se dividían en:
-Aquellos que querían estudiar por su cuenta, y estudiaban geometría, astronomía y armonía musical, entre otras asignaturas. Un ejemplo de este tipo de mentores especialistas, fue Sócrates, cuya especialidad podría definirse como filosofía moral o Pitágoras, que aunque también tocaba este campo por sus creencias religiosas, se especializó en matemáticas, como indica su famoso lema: “Todo es número”.
-Aquellos que querían entrenarse para la vida pública, estudiaban además oratoria y retórica. En la Atenas democrática este entrenamiento era apropiado y necesario, porque el poder descansaba en los hombres que tenían la habilidad de persuadir a sus seguidores para actuar.
A los siete años, los niños comenzaban su formación fuera del oikós. Solían ir a la escuela acompañados por un pedagogo, generalmente un esclavo instruido y de confianza, tanto que se le permitía “enseñarle modales” al niño con una varita. La palabra pedagogía viene del griego paidós, que significa niño, y ago, que quiere decir, guío, conduzco. En Grecia, se llamó pedagogos a los esclavos encargados de dar a los niños los rudimentos de la instrucción, así como de llevarlos a la palestra. Pero en la etimología de la palabra, el elemento clave es la “conducción”, más que educarlos, lo que deseaban era conducirlos a lo que debían de ser y no darles una enseñanza libre, con conocimientos que les formara y dejara libertad de acción en la edad adulta. Por ello, los conocimientos impartidos debían adaptarse a las normas de la polis.
Las cerámicas griegas reflejan el ambiente de las clases: Aparecen los alumnos, el maestro en el trono y de fondo, los pedagogos, esperando a sus respectivos pupilos. Los niños suelen portar tablillas de cera sobre las rodillas y el cálamo en sus manos. A veces se ve al maestro preparando la tinta, para cuando se escribía en pergamino, tarea reservada a los más adelantados o para “exámenes”, por el elevado coste de los materiales. También aparecen asistentes del maestro, que le ayudan en sus tareas incluyendo la limpieza de la escuela por un mísero salario, a cambio de aprender de sus métodos de docencia y llegar a ser ellos mismos maestros. Se ven diversos instrumentos usados en clase decorando las imágenes, como una regla doble, en forma de cruz, usada para mejorar la caligrafía, lucernas para los momentos de oscuridad, instrumentos musicales, etc.
Los únicos días de ausencia del colegio era por motivos de salud o por las festividades cívicas y familiares, pues no había un día semanal de descanso.
Aprendían a contar, leer y escribir con el maestro y luego, con el “gramático”. La literatura estaba en el corazón de la escolaridad. La base de la enseñanza de las letras era la rutina y memorización y se comenzaba con el aprendizaje del alfabeto. La lectura solía practicarse en voz alta. Tan pronto como los alumnos podían escribir, los profesores dictaban pasajes de las obras de Homero para que los copiaran y memorizaran, y discutían las hazañas de los héroes griegos descritos en ellas. Los griegos consideraban que Homero enseñaba todo lo que debía saber un hombre digno de tal nombre: las actividades de los tiempos de paz y de los tiempos de guerra, los oficios, la política y la diplomacia, la sabiduría, la cortesía, el valor, los deberes hacia los padres y hacia los dioses.
La aritmética se incluía con las letras, pues los griegos expresaban los números con ciertas letras del alfabeto: Las 9 primeras letras eran las unidades (recordemos que no conocían el cero), las ocho siguientes junto a la letra koppa eran las decenas y las 9 últimas junto a la letra sampi correspondían a las centenas. Usaban el ábaco y los dedos y en general era un aprendizaje muy simplista y eminentemente práctico, enfocado a manejar monedas, pesos y medidas.
Los niños aprendían con el maestro de música (citarista) canto, al mismo tiempo que la música instrumental y la danza. La música se practicaba de oído, sin ninguna partitura y se repetía, sin ser permitida la innovación. La educación en música debe entenderse como una educación en todo aquello que tiene que ver con las Musas, incluyendo la cultura en general, la literatura y la música tal y como hoy la conocemos. Era para ellos la base educativa pues era la base del culto a los dioses, de los ritos de paso (bodas, funerales, efebía…) y marcaba el ritmo de la marcha en la guerra. Además, estaba presente en los symposia, fiestas populares y representaciones teatrales, ya fuera como solistas o en coros. Se decía que la música educaba el alma y la gimnasia el cuerpo. En la imagen de la izquierda, vemos a Apolo Cytaredo, el de la cítara "patrón" de los músicos y las artes.
Los instrumentos más comunes eran la cítara, el oboe y el aulós (flauta y el biaulós, flauta doble), arpa y el tambor le seguían en popularidad, aunque el más reconocido era la cítara, pues permitía acompañar con canto la composición musical y era más elegante, al no deformar la cara como la flauta, que precisaba del hinchado de los carrillos al soplar. Además, como la flauta era el instrumento típico de las heteras (especie de dama de compañía de lujo, más similar a una geisha que a una prostituta) en los symposia, su consideración social era menor, lo que no implica su abundante representación en procesiones sagradas (pompés) en festividades públicas y privadas.
La gimnasia, a cargo del pedotriba o paidotribes, también formaba parte de su educación hasta tal punto que no se concebía una ciudad sin un teatro y un estadio. Los más jóvenes aprendían a moverse con gracia, a jugar a la pelota, nadar y otros juegos. Los más mayores aprendían a correr, saltar, boxear, lanzamiento de jabalina y de disco... La educación física se practicaba en gimnasios y palestras públicas, y sólo se consideraba educado a aquel que había aprendido a nadar, luchar, manejar el arco y la jabalina. Se solían dividir en dos grupos: los de 12 a 14 años y de 15 a 18. Al llegar a la palestra, se desnudaban, se lavaban y frotaban el cuerpo con aceites y ponían encima arena, costumbre considerada de origen espartano, cuyo objetivo era proteger y hacerse antideslizante respectivamente. Durante los ejercicios, sonaba el aulós, para hacerlo rítmico, mientras el pedotriba destacaba del resto por su atuendo púrpura y con un bastón curvado o de horquilla, que le dotaba de autoridad y que podía usar para castigar a los díscolos.
Los deportes más comunes eran los 5 del pentatlón: lucha (palé, pancracio o lucha grecorromana), carrera, salto y lanzamiento de disco y jabalina. La lucha era entre dos contendientes, elegidos por sorteo en los concursos o agones. El objetivo era hacer caer al suelo al contrario y por eso, la pelea comenzaba con la cabeza baja y los brazos extendidos hacia delante, intentando coger al contrario por los puños, cuello o por el centro del cuerpo. Había 3 asaltos. La carrera podía ser de diferentes longitudes, según el tamaño del estadio, con una media de 180 m para las cortas y llegar a más de 4 Km para las de fondo, repitiendo varias veces el circuito. El salto de longitud se hacía con pesos o halteres en las manos, de piedra o plomo, cuyo peso oscilaba entre 1 a 5 Kg y aunque parezca contradictorio era una ventaja, que usaban para propulsarse. Los discos pesaban de 1 a 4 Kg. E implicaba una compleja secuencia de movimientos. La jabalina solía tener la longitud del lanzador y el grosor de un dedo y como era para competición deportiva, carecía de punta. A la altura del centro de gravedad, tenía una especie de propulsor en forma de correa de 40 cm., que se enrollaba al asta y se hacía rotar mientras se lanzaba, para aumentar la distancia de lanzamiento y la fuerza. El objetivo podía ser lanzar la jabalina a más distancia o dar en un determinado blanco.
Al terminar, se retiraban la suciedad con una especie de espátula llamada estrígile, similar a la usada posteriormente por los romanos. En algunas polis, la asistencia al gimnasio era obligatoria y se consideraba un requisito para la maduración: “la aristocracia de la inteligencia”. (Aristoi significa “los mejores”).
Los atletas vencedores eran un verdadero icono social: se les felicitaba, se rezaba por ellos durante el resto del año, se imitaba su estilo y eran venerados por la población, como los más famosos actores de la actualidad. Esta elevada consideración, pasaría a los posteriores gladiadores romanos de élite. Un personaje del vivo es un famoso atleta llamado Milón de Crotona (viene en representación de Olimpia), al que deberéis de tratar como la costumbre griega impone.
Por otra parte, el amor por los muchachos desempeñó un papel muy importante en la educación griega. Los atenienses consideraban que la vinculación apasionada de un hombre adulto y de un adolescente de 12 a 18 años, podía generar nobles sentimientos de valor y honor. Se puede decir que el joven ateniense aprendía en la escuela conceptos, técnicas, habilidades manuales, mientras que el amante proporcionaba la educación moral, le enseñaba la virtud, moralidad pública y privada, actitud patriótica, etc. Una vez convertido el muchacho en efebo, estas relaciones ya no estaban bien vistas, aunque es probable que continuaran de alguna forma más discreta. En la imagen de la derecha, un ejemplo de estas relaciones.
Entre el abuelo y el nieto, también había una relación especial. El niño solía recibir el nombre del abuelo en la ceremonia del amphidromia, entre los 7 y 10 días del nacimiento y era el símbolo de aceptación familiar plena. El dar el nombre del abuelo era para simbolizar la continuidad familiar y el respeto por los ancianos y las antiguas generaciones de la familia.
A los 18 años los jóvenes entraban en la milicia o efebía (ἐφηβία) para recibir un entrenamiento militar a cargo del Estado. Tras completar su entrenamiento militar eran considerados ciudadanos de pleno derecho. También se completaban las actividades militares con estudios superiores: El cosmetes era el maestro del orden, el sofronistés forjaba el control sobre uno mismo, etc. Al fin y al cabo, en un origen, la educación tuvo un componente básico de preparación para la guerra, como muestra el arquetipo de joven aristócrata por excelencia, Aquiles, que fue entrenado en música y atletismo por el centauro Quirón. Estas 2 materias englobaban los conocimientos necesarios para la guerra y los valores aristocráticos respectivamente.
Muchos de estos efebos imitaban a sus mayores y formaban asociaciones llamadas fratrías (lit. hermandades), por ejemplo, la de antiguos alumnos se denominaba gerousía, el mismo nombre que el consejo de ancianos de la polis. Estos antiguos alumnos, actuaban como evergetas, es decir, sufragando gastos y mejoras de los mismos, aunque estos hechos parece que son de un periodo posterior (helenístico).
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