Thursday, 7 June 2012

Religión II: Calendario y ritos.


Eutuxía!!!

Hoy, sigo con la información sobre religión. Esta vez, los temas serán el calendario de festividades cívico-religiosas y los ritos principales (leedlos bien, pues al fin y al cabo, la reunión tiene de fondo unos agones para celebrar  la cosecha y tendréis que participar en los distintos elementos de culto). Espero que os resulte interesante y recordad, que si tenéis dudas intentaremos responderlas.

Calendario festivo:
La vida de los helenos, como los de todas las culturas antiguas, se medía a ritmo de las fiestas religiosas; pero a su vez, las fiestas se habían colocado a ritmo de la naturaleza, muy relacionadas con las estaciones, las cosechas, etc. y con un gran componente animista, que perduraba en ciertas festividades del mundo salvaje, como el culto a las ninfas del agua, etc.
El cuidado escrupuloso de celebrar cada fiesta en su fecha establecida por la tradición condujo a las ciudades a establecer calendarios Heortológicos que seguían la división del año en doce meses lunares, aunque había también cierta relación con los eventos solares. El caso de Atenas es el mejor conocido.
Un calendario de fiestas se organizó en época de Solón, hacia 410 a. C. un tal Nikomachos fue encargado de organizar el calendario según los días de sacrificios. El resultado una larga inscripción en piedra en la Stoa Basileios de Atenas, de la que han llegado algunos fragmentos.
Indican las fechas de las fiestas, los responsables de su organización, las víctimas a sacrificar y su precio. Otros textos más recientes lo completan. Muchos demos del Ática conservaron calendarios mejor conservados (Maratón, Thorikos, etc.). Textos similares se conservan de Cos (IV-III), de Mikonos (II a.C.). De todos ellos, se desprende que los meses de invierno son menos ricos en celebraciones que los otros. Aristófanes se queja del hecho de que hay 120 días al año de fiestas, por lo que se hace imposible su descripción. A ello se une que en cada polis se usaba una nomenclatura de meses (conocemos unos 130 nombres) y el año comenzaba en diferentes fechas en cada zona. Ello revela lo separados de cada polis, a pesar de sus nexos helenos comunes. Hasta Alejandro no habría un primer intento de unificación de calendarios, pero no se conseguiría definitivamente hasta la dominación romana y la imposición de Julio César.
Las fiestas religiosas son tanto en el núcleo urbano como en la chora. En Atenas es más complicado, porque las fiestas de la ciudad se unían a las de las tribus, los demos y las fratrías.
Las fratrías eran hermandades profesionales, que para simplificar, os los compararé con los gremios medievales que todos conocemos. Solían adorar a dioses o advocaciones relacionadas con sus actividades: los herreros a Hephaistos o a Atenea Chalkeia; los cazadores a Artemís, etc. También se sufragaba entre todos los funerales de sus miembros, si la familia del difunto no podía costearlo.
Cada divinidad tenía en esas fiestas diferentes poderes y personalidades, o se invocaba a una epíclesis apropiada, por ej. En las tesmophorías se adoraba a la Deméter tesmóphora. Se solía invocar a varias deidades a la vez, para potenciar el rito; ej. Ante una sequía se podía hacer un sacrificio múltiple a Atenea políada (diosa metieta que les dio el arado), a Deméter y Perséfone (ligadas al culto ctónico, a la fertilidad y a la primavera) y a algún dios local o incluso ninfas de fuentes y campos.
En general, todas las fiestas públicas incluidas en el calendario tenían un componente apotropeo para la polis. Si se realizaban correctamente los ritos la deidad respondería favorablemente.
Ante hechos extraños (prodigia), guerras, plagas, sequías, etc. se realizaban ritos propiciatorios a los dioses implicados, que se consideraban cívicos o públicos, para mejorar la situación de la polis.


Ritos y elementos de culto o cultuales.
Si hay diversidad en el carácter mismo de los dioses, más aún hay en las formas de rendirles culto. Lo que sí pareció mantenerse durante siglos fueron ciertos lugares sacros que perduraron, aunque se construyeron encima nuevas edificaciones, como ocurre bajo el Partenón de Fidias en la Acrópolis de Atenas, que esconde en sus cimientos restos micénicos del milenio anterior.
Las diferentes actividades de la ciudad, políticas, económicas y sociales, necesitaban una serie de protecciones divinas que se enmarcaban en muchas fiestas periódicas.
Uno de los principales elementos del culto no sangrientos eran los agones. Esta palabra se traduce como competición, certamen, concurso y forma parte de palabras actuales como prot-agon-ista o ant-agon-ista. Había dos tipos principales: Los agones musikoi (relacionados con las artes, debates, canciones, baile, música, teatro, etc.) y los atléticos (lucha, pancracio, tiro de pesos o discos, carreras, saltos, etc.). El ideal heleno de la kalokagathía (llegar a ser el más bello y bueno) estaba íntimamente relacionado con esta “ofrenda espiritual” a los dioses. Intentaban demostrarles sus cualidades físicas y mentales como ofrenda a sus bondades. Los ganadores de competiciones deportivas como los Juegos Olímpicos tenían grandes beneficios sociales, como el poder sentarse en el Pritaneo de la polis, a disfrutar de comidas gratuitas financiadas por el estado.
Había ofrendas materiales, ya fueran cruentas (Thusía) o no, aunque hay autores que distinguen entre ofrendas, sacrificios (implican su destrucción) y depósitos. Podían incluir materias primas o productos elaborados como cereales, cabellos de los jóvenes para Apolo, peplos bordados para Atenea, vino y falos para Dionisos, etc. Se podían colocar en diferentes lugares, desde el altar hasta en pozos votivos, muy típico del mundo fenicio. Todo lo depositado en los templos, se inventariaba y había que dar cuentas de ello al final del año de gestión.
Si la ofrenda es un líquido se denomina libación o spondé. A los primeros productos de una producción o cosecha, se denominaban primicias o aparché y era considerada la mejor ofrenda material no sangrienta.
Había un tipo especial de sacrificio sangriento denominado enagismos, en honor de los dioses ctónicos (Cronos, Deméter, Hades) o héroes del Hades (Herakles, Aquiles, Héctor). La sangre vertida en este rito era considerada purificadora y que daba vida a estos dioses. Para que la llegada al mundo inferior fuera más efectiva, se podía realizar un surco o pozo. Tras verter la sangre del animal vivo, se quemaba el cuerpo en el holocausto. Hay un buen ejemplo en “Las leyes” de Platón.
Hay algunos filósofos que se oponen a la thusía o sacrificio cruento y prefieren las ofrendas de otros tipos.
Ya decía Hesíodo que los dioses disfrutaban con la sangre y se alimentaban con los humos que se desprendían de las hogueras de los altares (bomos), cuando se incineraban los animales en su honor en hecatombes y holocaustos.
La procesión (pompé) era un elemento básico del culto, sobre todo en el caso de la religión pública, que centralizaba los ritos en la zona urbana de la polis. La gente que vivía en la chorá (pronunciado jorá), en el extrarradio de la polis, marchaba en las llamadas theorías (/zeorías/) que eran las procesiones hacia el centro urbano para participar en las diferentes festividades.
La función de la procesión es doble: escoltar a los animales del sacrificio y a los objetos del culto, y expresar un acto de fiesta por la vestimenta y las coronas de los participantes. Es una ocasión de unión del grupo cívico que deja sus labores y se une a sus magistrados.
Composición de la procesión (en las Panateneas, pero sirve de modelo): Magistrados (pritanos, arcontes, tesoreros de la diosa, hiéropes, estrategas y taxiarcas), sacerdotes y sacerdotisas de la ciudad y las ergastinas; victimarios con las víctimas y las canéforas con los cestos del pan; las diphrophoras (portadores de las sillas) y las skiadophoras (portadoras de la sombrillas; hijas de los metecos, como las hydriaphoras o portadoras de las hydrias) (Arist. Thesmophorias, v. 734 s). Los varones llevaban ramas (thallophoros, entre los buenos viejos) y los skaphéhoros (portadores de vasos, metecos). Seguían los ciudadanos y, durante los siglos V y IV, los representantes de los aliados, así como los de las colonias de la polis. Este orden es importante para entender la diplomacia y las jerarquías en general y lo repetiremos en el artículo correspondiente.
En la procesión se solía llevar diferentes objetos sagrados, como los xoana (estatuas de madera de los dioses, de talla sencilla y que solían ir vestidas con telas, nada similar a las estatuas de mármol o criselefantinas de los grandes templos). Las cestas con ofrendas, los cuchillos de sacrificio, los animales para el sacrificio decorados con stémma (guirnaldas) o antorchas, eran los objetos más habituales.
La comida común, que sigue a la thusía, tiene a la vez valor cívico y religioso. Religioso, porque son las carnes que se han consagrado las que se comen; social porque el banquete es organizado normalmente por demos, conforme a las estructuras de la ciudad. Ese es el centro de la fiesta cívica = héortè: Era responsabilidad de los ciudadanos. Consistía en una ceremonia colectiva, organizada alrededor del acto cultual, que es el sacrificio y comportando otros ritos que cohesionaban al conjunto de ciudadanos. El concurso (agôn, agônès) constituye otro elemento religioso incluido en la fiesta.
Ciertos ritos se realizaban fuera de la ciudad, sobre todo en bosques o lugares sagrados con agua, y en las fronteras, lugares que necesitaban de la protección extra de los dioses. Ello refleja la importante función política de la religión en la cohesión de las ciudades estado.
Pero también en la vida cotidiana los ciudadanos deben hacer juramentos, como para llegar a ser ephebos (Adolescente). Pero en la Grecia Clásica estaba destinado su uso a los varones atenienses de 18 a 20 años, que eran instruidos en la ephebeia una especie de servicio militar, se presta un juramento, cuyo texto, conservado en una inscripción del siglo IV:
 Yo no deshonraré jamás las armas sagradas que llevo, no abandonaré jamás a mi camarada en el combate,  lucharé por la defensa de la religión y del Estado y transmitiré a los jóvenes  una patria nada disminuida sino más grande y fuerte con toda la medida de mis fuerzas y con la ayuda de todos. Veneraré los cultos de mis padres. Pongo por testigos de este juramento los dioses Aglaure, Hestia, Enyo, Enyalios, Ares y Atenea Areia, Zeus, Tallo, Auxo, Hegemoné, Heracles, los Límites de la patria, los Trigos, las Viñas, los Olivos y las Higueras”. 

También se prestaba juramento en un proceso, si la parte adversa lo demanda. Y se puede tener que hacer juramentos colectivos (por tribus o por demos) en casos políticos graves (por la democracia, por ejemplo).
En el caso de la Asamblea ateniense, el sacrificio se dedica a Zeus Agoraios (protector del Ágora). En tiempos las reuniones se hacían en el Ágora. Clístenes las transporta a la Pnyx. En tiempos de Licurgo se pasan al teatro de Dionisos. Pero reuniones como las destinadas a determinar los temas de ostracismo se mantienen en el Ágora.
Un momento muy importante en las festividades eran los ritos de paso, siendo típico el de la entrada al mundo adulto (apathulias, ritos efebía, etc). Solían hacerse en grupo y bajo los auspicios de toda la ciudadanía.
A nivel más personal, estaba la oración o voto. Se podía suplicar a los dioses y a cambio, prometerles sacrificios, donaciones o ritos. La palabra se consideraba una forma íntima del contacto divino y se podía realizar deprecaciones o ruegos en cualquier lugar y momento. Un ejemplo típico es el soldado que pide sobrevivir a su dios antes de la batalla, a cambio de un rito cuando todo acabe, o la madre que quiere venganza para sus hijos muertos en una guerra. La efectividad aumenta si el humano vocaliza en voz alta su petición. También se podía deprecar como parte de un rito comunitario, como el que se cuenta en Demóstenes contra Areistogeiton: “Los atenienses debían subir a la Acrópolis a principio de cada mes para pedir a los dioses la dicha de cada uno y de la polis”.

Había muchos más ritos, pero los que hemos comentado son los más importantes. Uno de los ritos menos conocidos era la pannychis, una noche de vela sagrada antes de la procesión de las Panateneas. La incubatio es otro de ellos, pero como ya lo vimos en el último artículo de las definiciones, lo daré por explicado. De todas maneras, debido a su importancia crucial en el vivo, si tenéis cualquier duda, espero que desde ahora mismo nos preguntéis sobre su realización y su función.

φιλεῖ δὲ τῷ κάμνοντι συσπεύδειν θεός. "El dios acostumbra a darse prisa en ayudar al que se esfuerza.." Esquilo (frag. 44, A, 673, 2)

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